canciones de mi vida.
La segunda es de niños pequeños. Claro que yo por aquel entonces era una sabandija de medio centímetro. Recuerdo a mi madre cantándola a todas horas con esa voz de madre que canta bien y que se inventa casi siempre las letras.
Me la aprendí pronto y hoy he recordado que mi cerebro todavía no se ha deshecho de ella. Joder, si almacenase datos académicos con igual facilidad...
Supongo que esta canción me gusta porque es sencilla y dice eso tan típico de que las cosas no tienen por qué ser lo que suponemos, que el hábito no hace al monje y que puede haber bondad hasta en el más capullo. Por todo esto y porque todavía quiero quedarme dormida cuando la escucho.