canciones de mi vida.

La segunda es de niños pequeños. Claro que yo por aquel entonces era una sabandija de medio centímetro. Recuerdo a mi madre cantándola a todas horas con esa voz de madre que canta bien y que se inventa casi siempre las letras.
Me la aprendí pronto y hoy he recordado que mi cerebro todavía no se ha deshecho de ella. Joder, si almacenase datos académicos con igual facilidad...

Supongo que esta canción me gusta porque es sencilla y dice eso tan típico de que las cosas no tienen por qué ser lo que suponemos, que el hábito no hace al monje y que puede haber bondad hasta en el más capullo. Por todo esto y porque todavía quiero quedarme dormida cuando la escucho.


canciones de mi vida.

Es obvio que comenzaré por el principio, señores.
Así que me referiré al óvulo y el espermatozoide, a ambas células galopantes en la trompa de Falopio de mi señora madre. Por aquel día de aquel abril del ochenta y nueve en el que fui concebida.
Las figuras paternales rondaban los treinta, su primogénita los dos; y las cabezas huecas estaban llenas de nidos de ave migratoria y son. Cantautores.
No hubo náuseas matutinas ni antojos de fresas a las tres de la mañana, pero sí una canción que se enganchó a las paredes del útero como el más fuerte de los embriones (yo). Duerme, duerme, negrito. Enorme Atahualpa en la voz de Mercedes Sosa. Semana tras semana, mes tras mes, mamá escuchaba y cantaba para que su voz resonase entre sus tripas llegando a mis oídos a medio formar. Los pequeños tímpanos entre líquido amniótico.


De modo que, sin duda alguna, esa fue la primera canción que escuché a lo largo de mi larga y corta vida. La que más me ha descosido y la que menos me ha costado.

Que tu mama está en el campo, negrito.












*

cuando estaba llegando al infinito di marcha atrás porque el infinito me asusta

cincuenta y dos

cincuentayunoydosmildiez

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*pura maldad

bodas de oro

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sea lo que sea,




d í m e l o




*Tom Hunter

cuarenta y nueve

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*

y ocho

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cuarenta y siete

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c u a r e n t a (yseis)

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Se fue a darle cuerda a su reloj de pila porque le olían los pies a jamón york. Además de eso, estaba indignada porque hay que lavar lo claro con lo claro y lo oscuro con lo oscuro.
Y eso.
Y nada.
Y que me ha dado una vuelta al sentido y ea.
Surrealismo puro y duro pa' mis entrañas.


*Autorretrato desdoblándose en tres.
*Salvador Dalí

45º

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ortauc y atnerauc

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cuarenta y tres

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Estábamos en una habitación bastante grande. Y blanca. Muy blanca. El techo, blanco. Blanco el suelo y blancas también las paredes.
Una enorme puerta como la nieve y dos pálidas ventanas por las que entraba muchísima luz. Tanta como la que pueden dar seis soles y veintidós estrellas polares juntos.


Fumábamos. Eso seguro. Recuerdo mucho humo, y posiblemente olor a tabaco. Era precioso porque cada una de nuestras diáfanas bocanadas filtraba la claridad deshaciéndose en ella, como queriendo fundirse con su resplandor.
Yo era una mera observadora al margen de aquella escena de tamaña grandiosidad. Tal vez canturreaba algo.
Albert salpicaba firmemente el inmaculado suelo de moqueta con agresivos hilos de pintura negra. Y aunque las sacudidas del pincel eran fuertes, él se movía despacio, sigiloso; como temiendo deshacer todo aquello que estaba pintando. De este modo y poco a poco, la virgen superficie iba siendo desflorada por aquellos garabatos color alquitrán.
Miquel Joan, por su parte, rellenaba dulcemente las líneas de un pentagrama que se extendía a lo largo de las paredes de toda la habitación. Con la pipa en la boca colocaba cada nuevo punto negro en su posición correcta; como un nuevo suspiro que, mecido entre los gemidos de la tarde etérea, compondría una preciosa melodía. Corcheas, semicorcheas. En clave de sol.


Para cuando ambos terminaron sus delicadas tareas yo ya había salido de mi espectante letargia para participar abiertamente en la que ya ha sido denominada "una orgía de creación". Me desplazaba ligera, volátil, sin pisar apenas el suelo recién pintado. Y al final del pentagrama, ya totalmente cubierto, escribía con prisas. "Let it be". Era justo entonces cuando la puerta se abría de golpe.
Los ojos me lloraban.
Quim entraba sonriente y me rodeaba con sus larguísimos brazos de ser humano.


Ahí, muy señores míos, terminaba mi sueño.




*whisper words of wisdom

cuatro y dos

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Una vez, en casa de un amigo, jugamos a la Jenga. Este juego consiste en ir retirando uno a uno los ortoedros de madera que conforman una enorme torre. Se retira suavemente uno de los bloques, conteniendo la respiración para que todo el conjunto no se derrumbe.
Ahora pienso en este juego y me parece terroríficamente simbólico. Yo, por supuesto, soy la columna firme y segura que aparentemente no tiene ninguna grieta. Pero de vez en cuando alguien retira uno de mis sólidos componentes. El pulso se acelera, las arterias se contraen, la sangre recorre mis sienes. Es posible que me caiga, pienso. Y, aunque de momento no he llegado a tocar tierra, algo en mí tiembla.

De todos modos, he decidido que si de repente presiento que voy a desmoronarme me enfadaré con el mundo y con todas las cosas bonitas, contendré la respiración y moriré azulada en un acto heroico de sinceridad fingida.




*Jackson Pollock

cuarenta y uno

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Quisiera saber si ha sido la locura, o la compañía, o la esquizofrénica reunión, o la balada de John y Yoko, o el apalancamiento de licor café. Si ha sido por culpa de Taizé o del Buddha chamuscado, o del gato encerrado en mis amídalas, o de la vainilla fumada sin filtro y a lo bestia, o de la única canción que me sabía. He pensado que podría ser por la tómbola improvisada, por la madrugada asustadiza, por el ratón escaldado que del agua fría huye. Han podido ser las lágrimas de cocodrilo dolorido sobre unos tobillos que ya no sirven para caminar, o los tigres morados del monte de la piedad.
Pero, finalmente, y con el corazón entre las uñas, afirmo sin miedo a equivocarme que han sido la sonrisa, la satisfacción y jo mateixa.





*Christ you know it ain't easy

c u a r e n t a

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*



.- Tú es que tendrías que haber sido artista. Pasarte los findes rascándote el chumino y hacer un cuadro de un millón de euros cada mes



*Juan H Conejo

i nou

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La lluna, la pruna
vestida de dol
son pare la pega
sa mare no ho vol.


*Ave María

e oito

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*

*o de cómo la madurez es un rango

Es tan sencillo y tan complejo como abrir la mano para dejar que caiga la arena. Más de once músculos que se ponen en marcha dando libertad a cada uno de esos minúsculos granitos (véase extensor corto del pulgar)
La sangre de nuevo fluye hacia las piernas, el perdón nos glorifica y hace hombres.
Aterroriza pensar que nuestra arena pasará a formar parte de la inmensa playa; que posiblemente nunca volvamos a encontrarla, a retenerla, a gozar de su presencia sobre nuestra epidermis. Como una aguja en un pajar. Tan sólo el azaroso azar puede lograrlo.
Y te levantas pisoteando tus propias cenizas. Resurgiendo el fénix de una manzana pecaminosa (véase también interóseos palmares).
Lo único que te queda es esperar que tus huellas dejen una marca imborrable; tatuajes sobre la piel de esa misma arena que un buen día perteneció a nadie al cuadrado.
Besas sus pezones erectos, su erección fastuosa, sus libros enrevesados sobre las musarañas que tenían sueños eróticos. Y te alejas cantando un son que ni tú ni nadie comprende (véase también músculo lumbrical de la mano)


*una canción para la Magdalena

y siete

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Mi abuelo se murió porque no soportaba andar de hospital en hospital sin hallar solución alguna. Se murió buscando la vitalidad que había perdido con la invasión. Se murió, supongo, porque le corroía por dentro no poder llevar a sus nietos a comprar gominolas y helados a la taberna de la aldea, como hizo conmigo y con María y con Xosé y con Judas, Satanás y Lucifer. Se murió porque los pájaros grandes y negros que visten como los curas se comían sus cerezas y él no podía hacer nada por evitarlo. Se murió porque se lo pidió la vida. Se murió porque ya no era capaz de traerme surtido cuétara cada vez que pasaba por casa. Se murió porque fue un hombre criado entre mujeres y amaba a mi abuela como nadie ha sabido amar nunca. Se murió porque ya no había monedas de quinientas pesetas para que fuésemos al cine. Se murió porque ya no olía a virutas de castaño y varón dandy. Se murió porque le envolvió la madera a la que había acariciado con tesón y confianza durante casi medio siglo más un cuarto. Se murió porque no había cuchillas en la Mouteira. Se murió porque los hijos del mayor ya habíamos heredado sus labios. Se murió porque supuso que todo el mundo tiene que morirse y él eligió hacerlo cuando aún se podía reír. Se murió hace ya mucho tiempo pero realmente no hace ni una vida. Se murió por los pulmones porque no le dejaron morirse por exceso de bondad.


*del 17/05/08

y seis

y cinco, evidentes

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Creo evidentes verdades universales tonterías absolutas como que el mejor disco de Joaquín Sabina sea "Nos sobran los motivos" o que es genial cuando la tensión sexual alcanza puntos en los que se podría cortar con una cuchara.
Platón no formuló ningún pensamiento sobre las témperas de colores pero yo me las creo igualmente, sobre todo y principalmente porque desde donde estoy sentada os veo a todos como pequeñas hormiguitas. Diminutos.
Cierto es también que una persona como yo adora a los culos inquietos que quieren cambiar el mundo sin ser utópicos ni indiscretos. Como el chico de hoy. Sin embargo el viernes es posible que me levante de la mesa con la excusa de una llamada ficticia de teléfono, si el jovencito estúpido cree saber más de lo que conoce. He aquí mis ideas preconcebidas.
No me juzgues por ser tan crédula.
Pero es que hoy me han dicho algo tan bonito que quiero ser un lápiz bien bien afilado que funde familias de labios preciosos.
A saber;

-tía, me he enamorado en tercera persona
-¿en tercera persona?
-sí, le quiero para tí





*el sexo lo captó Nan Goldin

treinta y algunos

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(Liverpool, 9 de octubre de 1940 - Nueva York, 8 de diciembre de 1989)

y tres

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Lo ha vuelto a lograr, joder. Lo ha vuelto a lograr.

y dos

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El chico que conmigo posa encantado, emplumado y coloreado quiere que un cachalote descanse sobre la cara interna de su muslo. A mí me parece muy bien porque un cetáceo es siempre mejor que un elefante con mano-plumero. En mi caso, si me atreviese, sería un enorme buda sobre las costillas. Que doliese al respirar.

En fin.

Que hoy tenía muchas ganas de hablar con esta mi alma gemela. Mi media langosta. Mi naranja feliz. Porque entre clase y clase y amor y amor no tenemos ni un respirito que concedernos mútuamente. Pero las noches son de los que no duermen, y estoy segurísima de que el tiempo volverá a juntarnos sea en un sitio vulgar o en el lugar de siempre.

Quiero Gran Vía contigo, cari.


*joder, cuánto te quiero

y uno

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Antes de nada advierto que este será uno de esos textos sin sentido real ni aparente en los que me dedico a hablar de modo entrecortado de lo que pretende ser mi vida.
Aclarar también que las fotos son de una de mis mejores amigas. Marinerita emeteorita. Sólo ella podría captar los lenguetazos de un chucho con tanto arte.
Amigos artistas los de mi secta; también conocida como casa de locos. A ver cuándo puedo madrilear con ellos one more time, porque aunque ahora estoy de semana sabática, quedan tan sólo algunas horas para comenzar oficialmente este nuevo año.
Estoy empezando este curso con un cincuenta cincuenta, muchas ganas y excesiva paz. Esto me lleva al reposo de escribir tonterías e intentar dibujar más tonterías aún. Aunque también podríamos llamarle "el cuadro raro y en exceso colorista que he pintado para el veintiuatro aniversario de mis santos padres".
Hablando de padres. Hoy han estado en casa los de la que será mi futura compañera de piso y he estado hablando largo y tendido con la figura paterna de la muchacha en cuestión. Hablábamos de fotografía en general y de una Nikon analógica con el fotómetro asfixiado en particular. Luego, casi rozando las nueve de la noche, he descubierto un blog genial con fotografías hermosísimas de mujeres tiernamente imperfectas. Aquellas son unas imágenes de luz casi perfecta en la mayoría de los casos. Hay una de una chica posando desnuda con un conejo despellejado que ha llamado fuertemente mi atención.
Adoro la fotografía y no entiendo a las personas a las que no les dice nada la fotografía. Dios santo, ¿nisiquiera notan ni un ligero escalofrío al ver las fotos de Anne Leibovitz? Imposible.
A lo que iba.
También alrededor de esa hora se ha puesto a coquetear descaradamente conmigo un muchacho que conozco vaya usted a saber por qué. He cerrado rápidamente la conversación porque se expresaba con monosílabos y me ponía extremadamente nerviosa no saber de qué hablar. Además, no soporto la sustitución de "que" por "k" ni el "molt bé, molt bé" transformado en "mbmb". Imbécil. Siempre me ha caído mal porque creo que tiene un encefalograma comparable al de un gusano de seda. Pero hoy más.
Y aunque eso que acabo de escribir suene despiadado y cruel, me da igual. Suelo ser borde cuando estoy feliz, y soy feliz siempre.
Bueno, no siempre. Ayer por ejemplo descubrimos que nuestro pez, Humberto Madrid, había fallecido. Cristina iba a limpiarle la pecera cuando dijo que estaba muy rezagado, que parecía como muerto. Yo le miré seriamente y dije "claro, parece que está como muerto porque está muerto de verdad".
Desconocemos la causa pero nos consolamos con las típicas frases de "no somos nadie", "le había llegado su día" o "cinco meses son mucho para un pez de colores, deberíamos estar contentos por haber logrado que viviese tanto". De modo que ahora le tenemos congelado, al estilo Walt Disney, esperando un momento adecuado para darle sepultura en alguna de las macetas del piso. Hemos decidido volver a poner en el mercado su apartamento-pecera, dado que no es un buen momento para el sector inmoviliario. En breves llegará su nuevo inquilino, de nombre Pantocrator Artiach.
Pobre Hum.
Una oración por su acuática alma.
Y volviendo al mar.
Marina.
La chica de las fotos.
Qué genial ha sido coincidir con ella en esta vida.
Eme agarra un puñado de luz y hace con ella arte.
La chica que me enseñó a ver películas en versión original subtitulada. (Así de culturetas y bohemias que somos)



*visítenla: http://www.flickr.com/asiledefous

trEinta

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Estoy segurísima que lo del pecado capital es una vulgar patraña.

Eva y su noviete acababan de echar un polvo y en lugar del cigarrito de después a él -que era un chico muy sano- le apetecía una fruta. Haciendo gala del enfervorecido machismo que reinaba por aquel entonces en el jardín del Edén ordenó a su querida esposa (¿esposa?) que fuese a por tan preciado fruto al árbol más cercano.
Lo que pasó entonces es que Eva escupió en la manzana que Adán iba a comerse, en un bíblico alarde de feminismo incontenido. Cuando él escubrió el escupitajo se puso furioso y a causa de eso tuvieron su primera discusión. Las consecuencias abismales son una exageración de Dios acerca de lo que aquel rojo (¿rojo?) fruto trajo realmente consigo. Llamamos pues "horribles consecuencias" a platos volando por encima de las cabezas, gritos y chillidos, sapos y culebras. Adán -aka "el exagerado"- llenó una maleta con todas las hojas de parra de su amante vengativa y la puso de patitas en la calle. De ahí la expulsión del Edén.
Sin embargo, terminaron reconciliándose y finalizaron la discusión de la misma forma en que la habían comenzado. Follando como los seres primitivos que realmente eran. Hechos de barro y costillas.
La frase "polvo eres y en polvo te convertirás" no viene a decir más que eso.



*ya tengo libreta nueva para dibujar y dibujar


veintinueve

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Ha sido un día bastante largo porque aunque odio madrugar me he levantado temprano para la cardiología y ya son casi las cuatro de la madrugada. Sin embargo hemos pasado un muy buen rato en la sala de estudios, descansando cuando faltaban diez minutos para la hora en punto. Creo que todavía me sabe la boca a café y tabaco liado. A y diez cierran la puerta y ya te quedas atrapado, ni entrar ni salir puedes, aunque la conserje parecía hoy de buen humor. Además se está bien ahora en la calle, la temperatura ideal para ir de manga corta y que el vello de los antebrazos se te encrespe una miqueteta. Es que por la mañana era exagerada la temperatura, no sé como aquí pueden soportar tantos grados simultáneos. En Galicia solemos repartirlos y ni los inviernos son tan fríos ni los veranos tan sudo-la-gota-gorda y caen-los-pájaros-del-cielo. Tal vez sea por eso que estoy deseando que llegue el invierno, para poder ponerme guantes y bufandas (sobre todo bufandas). Aunque bien es cierto que no soporto esos momentos en los que el aire está muy frío pero tú caminas rápido o tienes que correr un rato, y no te has vestido esa mañana pensando en que ibas a caminar rápido o a tener que correr un rato. Porque llegas tarde a clase. Entonces te das cuenta de que vas demasiado abrigado, y un sudor finito cubre tu espalda. Y sobre tí toda esa lana que llevas encima, y el abrigo de paño, y los guantes. Y la bufanda. Pica.
En fin. El caso es que, regresando ya a Shangai, Cristina y yo hemos hablado de lo raro que se nos hace conocer a gente con la que llevamos llendo a clase dos años (este será el tercero). Porque jamás piensas que puedes tener algo en común con ellos, salvo la médica vocación y el horror por la embriología básica. Justo lo que yo estudiaba esta noche. Una ha estado en la India y la otra no hace más que planear escapadas de fin de semana "rollo mochilero". Además estamos todas en Lleida pero ninguna es de aquí. Lleida.
Me gusta esta ciudad aunque huela raro y nunca se vean las estrellas. No tiene el cielo naranja de Madrid ni crece hierba sin sembrarla como en mi tierra. Sin embargo esta es la urbe que me ofrece lo que parece será un buen año buscando a Billy con mi futuro marido; copia sexy alicantina de un jpg que va en bicicleta.
Ya te enseñaré una foto un día que pueda.