y dos

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El chico que conmigo posa encantado, emplumado y coloreado quiere que un cachalote descanse sobre la cara interna de su muslo. A mí me parece muy bien porque un cetáceo es siempre mejor que un elefante con mano-plumero. En mi caso, si me atreviese, sería un enorme buda sobre las costillas. Que doliese al respirar.

En fin.

Que hoy tenía muchas ganas de hablar con esta mi alma gemela. Mi media langosta. Mi naranja feliz. Porque entre clase y clase y amor y amor no tenemos ni un respirito que concedernos mútuamente. Pero las noches son de los que no duermen, y estoy segurísima de que el tiempo volverá a juntarnos sea en un sitio vulgar o en el lugar de siempre.

Quiero Gran Vía contigo, cari.


*joder, cuánto te quiero