ocho

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Sincera me estremezco vibrando cada vez que pronuncias mi nombre. Resuenan tres letras bajo esta lengua mía que no hace más que añorarte sin haberte apenas conocido. Justo después de todo esto la incertidumbre ingeniosa de aquel que jamás ha amado me asalta en la oscuridad de la noche fingida. No temas, me dice; pero ya nada vuelve a ser lo mismo.
Atracando atracantes atracos que no dejan de percutirme las pestañas invado silenciosa la paz de tus lienzos decorados, tus tímidos silencios, tu alevosía intransigente. No alcanzan cien monosílabos para reflejar todo lo que se me pasa por la mente. Y seguro que tú tampoco querrías conocerlo. Tan sólo sé que con un chasquido se me hiela la sangre y el corazón se detiene a escuchar quién llama. Me muero.
Días después encontrarán mi cadáver putrefacto, apestando entonces estas indecentes intenciones. La policía marcará mi silueta en tiza blanca, olfatearán los estúpidos detectives las causas de tamaña majadería. Nada encontrarán los necios. Porque tan sólo tú y yo sabremos que fue el veneno de una noche inválida a la luz de las velas imaginadas.
Aquí yace quien feliz murió de tanto amar peces de colores.

3 comentarios:

eme dijo...

Precioso. Brutal.



(Yo también me estremezco cuando un alguien dice mi nombre).

M.Hausmann dijo...

me encanta la ultima frase...:) y el cuadro!

Laura Amanda dijo...

muy muy bueno tu blog :__)
me iré pasando