siete








Me he puesto a ver tu foto, sólo Dios sabe por qué, y ha sido entonces cuando me he sentido extremadamente sola. He acariciado cada píxel en la pantalla, cada mañana que despierta entre mis manos, y nadie me ha sabido decir qué ocurrirá conmigo cuando todo esto termine de torturarme. Nadie.
Justo las yemas de mis dedos han rozado la piel de mis antebrazos, las venas que claman libertad de una vez por todas. Mi mente ha reaccionado ávida de compañía y silbidos para comprender que somos como dos líneas paralelas. Y tú mejor que nadie sabes que dos paralelas jamás se cruzan. Jamás.
Mentirían incluso borrachos y niños si dijésemos que tengo la menor idea de hacia dónde me lleva todo esto, pero tal vez tampoco quiero saberlo. Retorciéndome pues en el supuesto placer de una soledad buscada, fálica representación del cuarto movimiento de la vida. Cuarto.

Me ignoras aunque las señales de humo digan que por vez primera hay mundo suficiente para los dos, forastero. Y yo quisiera que recorrieses mi piel con los pinceles todavía húmedos apestando a trementina, el disolvente de los dioses; para fundirnos en un único ser de escamas camaleónicas y lengua enrollada, como una lagartija del destino que visita por vez primera la consulta del psiquiatra. Loca, borracha, ciega de sexo y verdades. Te quiero.
Y ante el silencio de la estúpida indiferencia balanceo mis piernas entre más de tres litros diarios de agua (terminaré por convertirme en sapo), que nadie va a leerse esto pero a lo mejor tú si lo haces. Llevado por la vanidad, los recuerdos o simplemente la inteligencia forzada. Que sólo los enfermos olvidan.

3 comentarios:

M.Hausmann dijo...

son las de la Diana+, verdad?¿

marta dijo...

Quizás lo lea alguien más :)

el comun de los mortales dijo...

quien sabe


mi diana no va
quiero ecir, que yo no voy con ella, me han salido muyérrimo poquisimas fotos